Un gol a lo retrógrado
- Redacción
- 1 jun 2018
- 9 Min. de lectura
'Correr detrás de un balón, encuadrarlo y meterlo dentro de una portería': El popular y prestigioso deporte que tiene miles de seguidores arrastra desde siempre la palabra discriminación femenina. Los hombres dominan el marcador por delante de las mujeres y la ventaja que les llevan resulta abismal. El empate es algo tan utópico y tan difícil de creer que muchas ya ni lo intentan. Y es que para conseguir un resultado igualado en fútbol femenino se necesita mucha lucha y visibilización.
Brecha Salarial
La brecha existente entre el fútbol femenino y el masculino es algo muy notable y que resulta ya casi imposible de disimular. Hablamos de una brecha que engloba múltiples ámbitos: el trato que reciben unos u otros por parte de la afición y de los medios de comunicación, la importancia que se les da según el género al que pertenecen… Pero, el sueldo es una de las primeras brechas estructurales que encontramos entre el fútbol femenino y el masculino.
Son muchos los futbolistas que están en boca de todos y que sabemos que tienen la casa más bonita en X o el yate más grande en Y. Pero, ¿podríamos decir lo mismo refiriéndonos a jugadoras? O, sin ir más lejos, ¿se nos ocurre una sola jugadora de fútbol femenino de quien poder hablar de su maravillosa casa o de su último viaje al paraíso porque cobra más que lo que ganas con un número de El Gordo?
Hasta aquí, la situación nos resulta denunciable, sumamente cuestionable y totalmente indignante. Lo peor llega cuando, a parte de todo eso, pasa a convertirse en algo preocupante. Ya no se trata de jugadoras que no son millonarias: se trata de jugadoras que no pueden vivir a base de practicar el deporte que más les gusta porque a alguien no le da la gana pagarle un sueldo como lo haría con un jugador, del mismo nivel, pero que ha tenido la fortuna de haber nacido hombre. Marina Vilches, jugadora del primer equipo de la UE Castelldefels, lamenta que esta brecha salarial “va a seguir existiendo hasta que no se tomen medidas que hagan valorar a las jugadoras que día a día se lo están currando y trabajando incluso más que los hombres”. Y añade: “si a los hombres les pagan por jugar a fútbol, ellos no tienen que buscarse trabajo fuera de este deporte, pues ya cuentan con ingresos que les permiten vivir cómodamente. Esto no ocurre con las mujeres”.
No reciben ingresos por dedicarse profesionalmente a este deporte. Pero eso no es todo, muchas hasta pierden dinero aunque cueste de creer. “Solo para ir a jugar y a entrenar tenía un gasto mensual de aproximadamente 250 euros, a veces incluso hasta 300 euros”, “cuando estaba en el Barça y fiché por el Sabadell tuve que retirarme, justo en el mejor momento de mi carrera deportiva, para poder casarme y tener dos hijos”. Son solo dos testimonios, de Anna Molet y de Cris Jiménez, jugadoras de fútbol profesional.
Ambas han estado en los dos equipos más importantes de Cataluña: R.C.D. Espanyol y F.C. Barcelona, respectivamente. Y ninguna de las dos han podido ganarse la vida con lo que más les gustaba. La pregunta, pues, es obvia: ¿un jugador de estos dos equipos, en categoría masculina, pierde dinero a final de mes o ha de dejar su carrera deportiva para ser padre?
No solo a nivel de sueldos
A fin de cuentas, los clubes podrían justificarse diciendo que son entidades privadas y que, como tales, pueden hacer con sus presupuestos lo que más les plazca. ¿Pero, y si hablamos a nivel federativo? ¿Se ofrecen las mismas condiciones salariales a la hora de ganar un trofeo en fútbol masculino y femenino?
En el año 2017, los trofeos de las ligas nacionales (LaLiga Santander, en el caso de los hombres, y la Liga Iberdrola para las mujeres) cayeron ambos en la ciudad de Madrid. Real Madrid y Atlético fueron los equipos más regulares en las jornadas de sus respectivas competiciones. Aunque cada uno dio la prima que decidiera a los jugadores y jugadoras de sus filas, un mismo organismo rige las normas y premios de ambas competiciones: la Federación Española de Fútbol.

En el caso del Real Madrid masculino, el máximo organismo español federativo dio un premio superior a los 300.000€ por cabeza para cada jugador por conquistar la Liga Santander. En el caso de las jugadoras colchoneras, se repartió solo 1.352,28 euros entre todas, un total que asciende a tan solo 54 euros por cabeza.
Además, hace días saltó a la palestra lo que recibieron como prima las jugadoras del Atlético de Madrid por proclamarse campeonas de la Copa de la Reina: un total de… 0 euros. Y esta cifra es aún más escandalosa cuando la comparamos con el premio de la Copa del Rey masculina: un millón de euros. De hecho, hasta la categoría juvenil masculina recibe premio, con un total de 18.000 euros para el club ganador.
Falta de recursos
Carlos Romero, director deportivo de la Escuela Femenina Manu Lanzarote, lleva en cabeza a las chicas futbolistas. Aunque su esfuerzo y trabajo por sacar el club adelante es perseverante y consistente, nos cuenta que "A nivel de federaciones y esponsors hasta hace unos años no había nada, los clubes femeninos recibían cantidades irrisorias de dinero. Ahora por una camiseta de primera división, nos pagan 2000 euros al año. En una equipo masculino llegan a pagar 80 millones". Es de risa que la diferencia de dinero sea tan abismal. Está claro que la repercusión del fútbol masculino es muchísimo más elevada, entre la sociedad, que el femenino, pero tampoco se da posibilidad de dar a conocer a las chicas, que muchas veces están por encima del nivel de la primera liga masculina.

Como no reciben ningún tipo de dinero, no pueden ni siquiera cubrir a sus jugadoras económicamente. Según nos cuenta el director deportivo, "los clubes que tienen algo de dinero, como el Barça, pueden hacer algunos fichajes y pagar a sus jugadoras. Pero, por ejemplo, en el Español, las jugadoras de primera división no cobran nada". Además de no recibir ningún tipo de beneficio, a la hora de desplazarse por las comunidades también surgen problemas: "solo de arbitraje ya tenemos que pagar unos 150 euros, coger un autocar para las jugadoras sin hacer estancia son otros 600 euros. Lo único que paga la federación es el avión cuando hay que ir a las islas. Si te tienes que plantear pagarle un hotel a las jugadoras, se eleva el precio muchísimo. Es muy complejo mantener un equipo de primera división femenino", sentencia Romero. Por lo tanto, en los clubes femeninos la única manera que tienen de mantenerse en pie es gracias a las aportaciones que hacen algunos mecenas, o con las cuotas de los socios, que en general son pocos.
Anna Molet, exjugadora del Real Club Deportivo Espanyol y que a día de hoy forma parte de la plantilla del Sant Andreu Femenino, ve clara la solución a la problemática de los sueldos: “es tan fácil como quitarle 300€ a cada jugador del primer equipo masculino y pagárselo al femenino. Ellos ni se darían cuenta, y nosotras, tan contentas. A banda de que en el Espanyol masculino nos enteramos que cobraban hasta juveniles y cadetes…”. Recordemos que la categoría juvenil es la que va desde los 16 a los 18 años, y la cadete, a partir de los 15 años. Todo esto desde la perspectiva de Primera División, pero si hablamos de categorías inferiores la situación se complica y la diferencia es aún más notable. “La Segunda División femenina no está considerada ni semi-profesional”, añade Molet. En categoría masculina, esta etiqueta llega hasta la Tercera División que, por orden, sería la cuarta categoría.
Precariedad y conciliación familiar
“Hay jugadoras que participan en la selección autonómica y estatal; eso hace que se descanse menos, pero también afecta al calendario. A veces coinciden partidos en días de fiesta… nosotras hemos llegado a jugar el día de la fiesta del Pilar”. La jugadora del Sant Andreu, Anna Molet, demuestra, así, que el trato federativo al fútbol femenino es realmente escaso.

Otro ejemplo es el de Cristina Jiménez. La hoy veterana del Fútbol Club Barcelona (y que sigue, de vez en cuando, vistiéndose de corto con la camiseta azulgrana para jugar con el equipo de veteranos) cuenta cómo, pocos años después de cumplir los 20, tuvo que dejar el fútbol por cuestiones familiares. “Me casé y fui madre dos veces. Volví al fútbol diez años después, en la Escuela Femenina Manu Lanzarote... Y donde también juega mi hija en el Alevín A”.
Faltas de respeto en el campo
La discriminación en el fútbol femenino sigue más presente que nunca, sin ir más lejos recordemos la falta de respeto que recibió en el año 2016 una mujer árbitro en un partido celebrado en Tarragona. Un espectador del público, contrario con la actuación en el partido de la árbitro, la mandó “ a fregar los platos”, literalmente. Como medida restrictiva la árbitro decidió suspender el partido debido a la falta de respeto recibida hasta que el delegado del equipo local decidió expulsar al espectador y así proseguir con el partido, según informó La Vanguardia.
Sin ir más lejos, el año pasado en un partido disputado en Lloret de segunda catalana, las jugadoras de los equipos CF.Lloret y At.Masnou fueron expulsadas del campo a gritos de los veteranos del club con insultos machistas como “iros a hacer ballet” o “marcharos a la cocina” tras un error de organización. Las deportistas, a modo de reivindicación, se sentaron en el campo.
Estas son algunas anécdotas más de toda la cantidad de discriminaciones que tienen que recibir las mujeres en este deporte.
Equiparando el fútbol femenino
A nivel comunicativo, no podemos negar que se han ido realizando avances. Actualmente, el canal Gol emite un partido en directo de la Liga Iberdrola, y en Cataluña, Esport 3 emite cada fin de semana un partido de la categoría Cadete-Juvenil. Las redes sociales también cumplen una información muy importante, y páginas como FutFem.cat ha cogido gran protagonismo gracias a ellas. El portal, dirigido por la periodista Edurne Concejo, cuelga crónicas y resultados de las tres primeras categorías femeninas, además de noticias de interés. Y muchos clubes, que antes no tenían recursos o “importancia” para los medios de comunicación, utilizan Twitter, Facebook e Instagram como modo de captar socios y buscar ingresos, sea mediante sponsors, venta de productos…
Hace unos años se propuso una solución para equiparar el fútbol femenino y el masculino, al menos desde categorías inferiores, para que, aunque los resultados se vieran a largo plazo, el día de mañana ambas categorías estuvieran tratadas de forma equitativa. Según cuenta Anna Molet, se presentó a la Federació Catalana de Fútbol una propuesta para que niñas y niños de categorías inferiores jugaran en equipos mixtos. Esto, según la futbolista, “fomentaba la normalización de la presencia de niñas en equipos de fútbol, el hecho que jugasen a este deporte, y también facilitar así que en pueblos pequeños, donde quizá no habían niños suficientes, se pudiera tener un equipo de fútbol gracias a ello”.
Sin embargo, también es positiva la creación de equipos exclusivamente femeninos. Ejemplo de ellos son la Escuela Femenina Manu Lanzarote, afincada en Terrassa aunque la próxima temporada abrirá otra sede en Barcelona, o el Seagull de Badalona, un ejemplo de supervivencia y de competitividad, con su primer equipo en la segunda categoría nacional.
Hay ejemplos prácticos y palpables de que el fútbol femenino es igual de competitivo que el masculino. Buen ejemplo de ello es el caso del AEM de Lleida. En abril de 2017, el equipo leridano recibía la atención de medios especializados y generalizados por convertirse en el primer equipo femenino catalán que ganaba una competición liguera masculina, con solo un partido perdido en toda la liga. De hecho, hasta el New York Times publicó la increíble hazaña lograda por las jugadoras infantiles (12 y 13 años) del AEM. El otro precedente en España era el del Rayo Vallecano femenino, que fue campeón de su categoría el año 2016.
Otro de los pasos realizados del fútbol femenino es la inclusión en el popular juego creado por Electronic Arts Sports (EA) “FIFA”. En la edición del 2016, EA anunció que los usuarios podrían jugar también con selecciones de fútbol femeninas; sin embargo, aún queda un gran trabajo por hacer en este campo, ya que las principales ligas de fútbol femenino (como la sueca, la alemana o la estadounidense) aún no están disponibles, un factor bastante demandado por el público. David Rutter afirma que “aunque aún no se pueden crear jugadoras femeninas, es una característica que esperamos hacer durante los próximos años. Poner jugadoras mujeres en nuestro juego era algo que teníamos en mente desde hace mucho tiempo, y queríamos estar contentos con el resultado y cómo se juega con los equipos femeninos”.
Puestas las cartas sobre la mesa y, una vez hemos hablado con expertos en fútbol femenino (tanto aquellas que se ponen las botas cada fin de semana como los que lo hacen posible desde las direcciones deportivas de los clubes), vemos que queda un largo camino para poder equipararlo, pero que, poco a poco, se está haciendo bien.
Los medios de comunicación y las redes han aceptado de buen grado la implantación del fútbol femenino; muestra de ello es la cada vez mayor cobertura televisiva e informativa sobre los grandes partidos de la Liga Iberdrola, la SuperCopa de la Reina y la Champions League femenina. Y los medios digitales han sabido asentarse a un público que estaba huérfano de información deportiva femenina.
Sin embargo, todo este cambio a mejor no será posible con una estructura federativa retógrada y arcaica que siga despreciando, maltratando y sin financiar como debe al fútbol femenino. Mientras que la Federación Catalana de Fútbol mira para otro lado y descoloca horarios sin fijarse en el bienestar de las jugadoras, la Federación Española de Fútbol no suelta ni un euro para aquellas guerreras que son capaces de levantar los mismos trofeos que los del fútbol masculino. También hace falta un cambio social para dejar atrás los insultos y las vejaciones por el simple hecho de ser mujer. Es un cambio que debe hacerse desde lo más profundo de la sociedad, con cambios educacionales y un mejor entendimiento de la igualdad entre géneros.
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