Santa Jordina se salvó sola
- Iria Diéguez Martín
- 27 abr 2018
- 3 Min. de lectura
Me coloco el libro ‘Qué pacha, Mamá’ bajo el brazo mientras espero, paciente, a que sea mi turno. La cola está repleta de sujetos desconocidos que comparten (compartimos, me incluyo) un mismo fin: que nos firmen uno de los ejemplares de Lola Vendetta. “¿La última?” pregunta una mujer, de aspecto curioso y con voz sosegada. Asiento, mientras aprovecho para observar lo que se cuece a esa hora por el poco cacho de Fnac que diviso, debido a la gran afluencia de gente que disfruta de la fiesta del libro en la capital catalana, aprovechando que son las cinco de la tarde y muchos ya han podido escabullirse del trabajo. Aprovecho también para ojear la larga no, larguísima cola que se ha formado delante de mí. Y con el único fin de que aquella tipa morena que acaba de llegar justo hace unos minutos, con aspecto sonriente, nos dedique unas palabras con su rotulador en la contraportada de su obra. “El poder de las mujeres”, me digo. El poder de Lola.
Lola, conocida así en el mundillo artístico y literario, no es más que el personaje de cómic de Raquel Riba Rossy, quien critica la invisibilidad de las mujeres desde la sátira. Invisibilidad que hoy, en Santa Jordina, día de los enamorados, los no enamorados, las rosas rojas, amarillas, azules y los libros, sobre todo de los libros; día también de las princesas que no necesitan caballeros para salvarse; día en que ellas, (¡nosotras!) nos salvamos solas; no es tan apreciable.
Resulta manifiesto que son muchas las personas que hoy han aprovechado para acercarse a la ciudad condal para hacerse con uno de los ejemplares de Raquel Riba. Y no solo suyos, pues no son precisamente pocas las mujeres que decidieron darnos voz a todas nosotras y que hoy, gracias a su grito, en nombre de las que no tienen voz, grabado en sus obras literarias; están aquí firmando a las larguísimas colas de fans que aprecian su trabajo como l@s que más. Leticia Dolera con su ‘Morder la Manzana’, o Moderna de Pueblo y su ‘Idiotizadas: un cuento de empoderhadas’, son nombres hoy en boca de muchas personas y en el corazón de muchas otras. Y con sus pies colocados bajo las paraditas montadas en Plaza Cataluña con el estampado propagandístico de color rojo del Corte Inglés, de fondo, promocionando la diada. Almudena Grandes, por su lado, respira el cóctel de sutil fragancia de rosas combinada con el olor a multitud característico de Paseo de Gràcia mientras firma su última novela, ‘Los pacientes del doctor García’.
La cola avanza lentamente. Delante de mí, Andrea, de 21 años, impaciente por conocer a Raquel. “¿Has venido con alguien a la firma?” le pregunto. Me sonríe y me muestra su libro: ‘Mejor Lola que mal acompañada’. “Tenía clarísimo que quería venir a esta firma. Descubrí a Raquel por Instagram hace unos meses y desde entonces soy una gran fan suya”, me explica mientras esperamos. Detrás de mí, Marta, la mujer de voz sosegada, acompañada de su marido, opina que “su forma de criticar el patriarcado desde el humor hace que te tomes las cosas de otra forma y, a su vez, ayuda a entender un poco mejor las situaciones que está criticando”.
Se hacen las siete de la tarde cuando por fin llega mi turno. Mi libro cae en manos de las uñas rojas y explosivas que un buen día lo crearon. Raquel, mientras me dibuja una vagina, con un par, me confiesa que lleva todo el día teletransportándose “de un lado a otro, sin parar”. ¿Pero compensa? “Compensa”, dice, mostrando una sonrisa radiante bajo ese pintalabios, de color similar al de las uñas, que le dan tanto poderío. Porque hoy, 23 de abril de 2018, son muchas las mujeres, y también los hombres, que han querido darle el reconocimiento que se merece a esta autora, así como gozar del privilegio de intercambiar un par de palabras con alguien que ama tanto a las mujeres como al arte. Una de ellas, mi amiga Mar, de quien recibo una foto suya vía Whatsapp, en una de las firmas de Raquel de esta mañana. Sonrío con orgullo, sin antes ojear el libro, ya firmado, “con el amor de la Pachamama”.
コメント